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Psicología Psicología positiva

En defensa de la psicología positiva

«Lo de la psicología positiva es una chorrada«, me dijo alguien después de comentarle que mi investigación Intervención basada en mindfulness para matronas: acompañar el parto y el nacimiento con consciencia plena, sería presentada en el 5º Congreso de Psicología Positiva, que se celebra a partir de hoy en Bilbao.

– ¿Por qué te parece una chorrada la psicología positiva? –pregunté a mi interlocutor. 

-Porque no me gusta que me digan que si estoy jodido es culpa mía, que es porque no tengo suficiente pensamiento positivo.

-¿Puedes decirme qué autor o en qué libro de psicología positiva se defiende esa idea?

-No lo he leído en ningún libro, pero lo he escuchado por ahí. La otra vez alguien lo decía en Instagram.

-¿Ese alguien era alguna persona relevante dentro del campo de la psicología positiva?

-¡No lo sé! Pero, lo de la psicología positiva me sigue pareciendo una chorrada.

Hasta aquí llegó la conversación sobre la psicología positiva. Respiré profundamente y esbocé una sonrisa al sentir el aire que en ese momento acariciaba mi rostro. De pronto, surgió en mi mente el título de esta entrada del blog: en defensa de la psicología positiva.

Psicología positiva: más allá de la patología

«La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades».

La definición de salud de la OMS, vigente desde 1948, contiene en sí misma la semilla del programa de investigación que está detrás de la psicología positiva: ¿cómo alcanzar el bienestar psicoemocional humano más allá de la patología?

«Hemos extraviado nuestro mandato original y mayor de mejorar la vida de todas las personas, no solo de los enfermos mentales».

Así se expresaba Martin Seligman en un famoso discurso que ofreció en 1998, cuando presidía la American Psychological Association (APA).

En dicho discurso, Seligman, un prestigioso investigador al que debemos mucho del conocimiento sobre los mecanismos de la depresión, con su Teoría de la Indefensión Aprendida, hizo énfasis en que la psicología no es solo una rama del sistema sanitario y su misión es mucho más amplia que aliviar el sufrimiento mental.

«Camus escribió que la principal pregunta de la filosofía era por qué uno no debería suicidarse. Esa pregunta no se puede responder solo curando la depresión. También debemos encontrar razones positivas para vivir».

Así se expresaron Seligman y Csikszentmihalyi en un artículo publicado en la revista American Psychologist (2000) que se considera el texto fundacional de la psicología positiva, en su desarrollo actual.

Porque desde sus orígenes, como reconocen los propios autores, la psicología, hija de la filosofía, se ha preguntado por las virtudes y fortalezas humanas que conducen a una vida feliz y con sentido.

Psicología positiva no equivale a pensamiento positivo

A veces, por prejuicios o ignorancia, se toma a la psicología positiva como una especie de pensamiento mágico del tipo “todo saldrá bien”, “el universo conspira a tu favor” o “querer es poder”.

Pero la psicología positiva no va de frases edulcoradas que tiñen la realidad del color que más nos guste. No. La psicología positiva va de ciencia: la ciencia del bienestar humano, más allá de los trastornos mentales.

La psicología positiva no es una estrategia diseñada por el malvado capitalismo para mantener a la gente explotada, pero con rostro feliz, ni un club de ingenuos al servicio de los más oscuros intereses del neoliberalismo: es una rama de la psicología que se pregunta, por ejemplo, de qué modo las emociones y las cogniciones positivas, como la alegría, la compasión o el optimismo, se relacionan con la salud y el bienestar psicológico.

Pregunto, luego existo

¿Es siempre beneficiosa la alegría? ¿Puede la tristeza causar satisfacción? ¿Existen diferencias transculturales en cuanto a las condiciones que llevan a la felicidad? ¿La satisfacción con la vida está reñida con sentir emociones negativas? ¿Son todas las pasiones equivalentes, o algunas son armoniosas y otras obsesivas?

¿Es la felicidad, y los factores que conducen a ella, un objeto de estudio científico legítimo? ¿Hay ideas normativas universales sobre el bienestar? ¿Qué relación hay entre el bienestar individual y el bienestar colectivo? ¿Cuánto dinero hace falta para ser feliz? ¿Qué relación existe entre el optimismo y la salud física?

¿Pueden ciertas adversidades de la vida (enfermedades graves, pérdidas de seres queridos, ataques terroristas, guerras, desastres naturales) provocar cambios positivos en las personas? Si entrenamos a la infancia en el conocimiento de las emociones y en habilidades sociales como la empatía y la compasión, ¿tendremos adultos con mayor salud mental?

¿Hay personas, más allá del nivel socioeconómico y educativo, que tienen más facilidad que otras para sentir felicidad? ¿Por qué algunas personas muestran más resiliencia que otras? ¿Por qué muchos habitantes del deprimido continente africano declaran más felicidad subjetiva que quienes disfrutan de la calidad de vida de los países nórdicos? ¿Ser feliz equivale a no sentir dolor y a sentir la mayor cantidad de placer posible, o la virtud tiene algo que decir al respecto?

Todo lo anterior son ejemplos de preguntas que suelen hacerse quienes investigan en el ámbito de la psicología positiva.

Psicología positiva y florecimiento humano

«No debe bastarnos simplemente con la reducción del dolor, déficits, o síntomas, sino movernos hacia modelos basados en mejorar la vida de la gente y en desarrollar sus competencias y fortalezas».

Así sostiene Carmelo Vázquez, profesor e investigador de la Universidad Complutense de Madrid, y una de las voces más destacadas de la psicología positiva en España.

Y es que, como afirma Barbara Fredrickson, profesora de la Universidad de Michigan y creadora de la Teoría de Ampliación y Construcción de Emociones Positivas (The broaden-and-build theory of positive emotions), las emociones positivas no son solo indicadores de salud y bienestar, sino que producen más salud y bienestar.

De acuerdo con la propuesta de Fredrickson (2004), las emociones positivas:

  • Amplían los rangos de atención y pensamiento.
  • Ayudan a deshacer las emociones negativas persistentes.
  • Alimentan la resiliencia.
  • Construyen recursos personales perdurables.
  • Desencadenan espirales ascendentes de bienestar a futuro.
  • Siembran el florecimiento humano (en contraste con el languidecer)

Psicología positiva contemplativa

Uno de los desarrollos más interesantes de la psicología positiva actual es el propuesto por Ausías Cebolla (Universitat de Valencia) y David Alvear (Universidad del País Vasco): la psicología positiva contemplativa, que busca establecer puentes conceptuales y prácticos entre la psicología positiva y las milenarias prácticas contemplativas como el mindfulness o la compasión.

Los títulos de las sesiones que conforman el «Entrenamiento en bienestar basado en prácticas contemplativas (EBC)» diseñado por Cebolla y Alvear (2019) nos dan una idea de su propuesta:

  1. Motivación y orientación a la felicidad.
  2. Mindfulness o la importancia de la atención.
  3. Potenciando las emociones positivas.
  4. Orientar la mente hacia las fortalezas.
  5. Recuperarnos de la adversidad: regulando emociones negativas.
  6. De la compasión a la generosidad: la felicidad a partir de la entrega.
  7. Dando voz a la compasión: las diferentes partes de tu mente.
  8. El resto de tus días vividos con sentido.

Como hemos visto hasta aquí, la psicología positiva es un esfuerzo desde la investigación científica sobre cómo sentar las bases para una felicidad humana duradera, más allá de los trastornos mentales.

Si aún te sigue pareciendo que la psicología positiva es una chorrada y defiendes tu derecho a vivir triste o enfadado, desde luego, estás en facultad de hacerlo. Solo te digo algo más: diversos estudios señalan que las personas optimistas tienen mayor longevidad.

Enlaces de interés

5º Congreso de Psicología Positiva

Intervención basada en mindfulness para matronas: acompañar el parto y el nacimiento con consciencia plena

Fredrickson, B. (2004) The broaden-and-build theory of positive emotions

Seligman and Csikszentmihalyi (2000). Positive Psychology: an introduction.

Vázquez, C. (2013). La psicología positiva y sus enemigos: una réplica en base a la evidencia científica.

Por Máximo Peña

Psicólogo, especialista en intervención psicoterapéutica, máster en mindfulness y periodista