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Psicología perinatal

Ibone Olza: “La ignorancia obstétrica es tan dañina como la violencia”

No es posible que se sigan atendiendo partos siguiendo protocolos médicos obsoletos, señala la psiquiatra, investigadora y activista, cuyo nuevo libro, «Parir», es un ensayo sobre la ceguera: la de una sociedad en la que no se respeta en todas sus dimensiones el cuerpo de la mujer; su derecho a recibir un trato respetuoso y humano durante el parto.

Parir, el más reciente libro de Ibone Olza, bien podría llamarse alumbrar. Porque ilumina uno de los puntos oscuros de la asistencia sanitaria en España: la violencia obstétrica en la atención hospitalaria al parto.

Parir (Ediciones B) es un ensayo sobre la ceguera: la de una sociedad en la que no se respeta en todas sus dimensiones el cuerpo de la mujer; su derecho a recibir un trato respetuoso y humano durante el parto.

Parir Ibone Olza
La madre y su bebé tienen derecho a recibir un trato respetuoso durante el parto.

Como explica Olza, psiquiatra, investigadora y activista, una de las fundadoras de El Parto es Nuestro, la violencia obstétrica no se reduce solo al maltrato que han sufrido muchas mujeres, sino que incluye el uso de protocolos médicos que contradicen la evidencia científica y las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Parir se publica diez años después de la Estrategia de Atención al Parto Normal del ministerio de Sanidad, en la que participaste. ¿Cuál es tu balance de estos diez años?

-Mi valoración es agridulce. La estrategia fue un momento muy importante, de mucho entusiasmo colectivo, pero luego han llegado años de desilusión. Por un lado, da vergüenza la falta de voluntad política para implantar la estrategia. Pero, por otra parte, muchos profesionales se sensibilizaron. En algunos lugares se ha puesto en marcha un cambio que no tiene vuelta atrás.

-Imagina que fueses ministra de Sanidad. ¿Dime tres medidas concretas que pondrías en marcha para mejorar la atención al parto en España?

-(Después de reír, se pone seria). La primera medida sería transparencia, saber qué está pasando. No hay derecho a que una mujer acuda a parir a un hospital y no sepa en manos de quién se pone. Eso es inadmisible. De cada obstetra, de cada matrona, deberíamos saber cuántas cesáreas y episiotomías practica cada mes. Eso es lo mínimo que podemos exigir. Los hospitales públicos, y menos los privados, no están facilitando esos datos, y cuando lo hacen, está mal recogida la información o las cifras no cuadran con la realidad.

Lo segundo es hacer un ejercicio serio de formar a todos los profesionales en las recomendaciones de la evidencia científica. No es posible que se sigan atendiendo partos siguiendo protocolos que se ha demostrado son obsoletos y dañinos. Igual que no puedes tratar un infarto como lo hacías en 1990, no puedes tratar un parto como se hacía hace 25 años.

-¿Por qué lo que en otros ámbitos de la medicina es normal, como cambiar procedimientos que no funcionan, resulta tan difícil en obstetricia? ¿Qué hay detrás de esa resistencia?

-Para mí hay un tema de poder. Si antes eran los obstetras, ahora son obstetras y anestesistas. En el parto también ha entrado el negocio, como estamos viendo con la epidural. ¡La cantidad de puestos de trabajo que se han creado con la epidural! En el hospital donde trabajaba las charlas informativas a embarazadas las daban conjuntamente la matrona y la anestesista. Pues, la anestesista vendía su moto, y le decía a las mujeres que el bebé iba a estar mejor oxigenado si ellas se ponían la epidural.

-¡Pero la evidencia científica señala lo contrario!

Claro, pero hay muchos intereses detrás, y no se ofrecen otras alternativas para el alivio del dolor. El parto basado en evidencia científica es mucho más barato, nadie se beneficia económicamente. Barbara Katz Rothman, en su libro A Bun in the Oven (algo así como «un panecillo en el horno») compara el movimiento del consumo de alimentos ecológicos con el de la atención respetuosa al parto. En el primer caso, el de la alimentación ecológica, hay algo que vender, se generan beneficios económicos. En cambio, con la atención al parto sucede al revés. No hay nada qué vender, nadie va a ganar dinero…

-Pero el estado ahorraría, como hemos visto en Reino Unido, donde ahora se recomienda a multíparas de bajo riesgo que no acudan a parir a los hospitales, sino a casas de parto dirigidas por matronas o que den a luz en casa.

-Lo que dices nos lleva a otra cosa que habría que cambiar en España: hacer que el parto lo atiendan las matronas. Pero, claro, y no quiero generalizar, hay matronas que no se creen que ellas deberían ser las responsables de atender los partos normales, mientras no haya complicaciones. Por eso insisto tanto en que lo más importante es formar a los profesionales.

Parir puede resultar escandaloso para cierto sector del movimiento feminista, según el cual un cierto biologicismo que coloca a la mujer en el centro del cuidado del recién nacido, puede servir de argumento para perpetuar el rol tradicional de la mujer.

-Lo que pasa es que ahora la biología es políticamente incorrecta. Decir que tenemos útero y tetas, y que sirven para algo… Yo me considero feminista, pero, igual que defiendo la igualdad de derechos, reconozco las diferencias en nuestra biología, y en el caso de la maternidad esas diferencias no se pueden negar.

Ibone Olza
«Se sigue sin aceptar que las mujeres somos dueñas de nuestro cuerpo y tenemos derecho a rechazar cualquier intervención médica durante el parto».
-¿Es un avance igualar permisos de maternidad y paternidad?

-Para mí se trata de flexibilizar al máximo. Que si tienes un bebé de un mes y te apetece trabajar, puedas hacerlo. Hay mujeres que con un bebé en la teta pueden hacer cosas extraordinarias. ¿Por qué no puedes dar una conferencia o una clase dando el pecho? Si flexibilizáramos el concepto de trabajo habría un montón de oficios en los que la mujer podría ir a trabajar con su bebé, me da igual si es en el Parlamento o en una panadería. Uno de los problemas de esta sociedad es que separa las cosas en compartimientos estancos. Si tienes un bebé, tienes que quedarte en casa cuidándolo, casi como un castigo. Yo defiendo que las madres puedan criar, pero también que cada madre, o cada pareja, se lo monte como mejor le parezca. Ahí caben muchas posibilidades. No es, por tanto, cuánto deba durar el permiso, sino qué necesita ese bebé, esa madre y ese padre, y qué lugar le damos en nuestra sociedad a los cuidados en la primera infancia. Me parece fenomenal que los hombres reclamen el derecho a una baja paternal igual de duradera que la de la madre, pero mi sugerencia es que se cojan esa baja paternal cuando les venga bien, a lo largo de los seis primeros años de vida, en los que hay muchos momentos en los que los padres pueden ser muy importantes. Por ejemplo, cuando los niños enferman o se incorporan al colegio. Si los hombres quieren ejercer su paternidad, ¿por qué tienen que hacerlo durante los primeros meses de vida, y no en otros momentos, cuando su papel puede ser más importante? Yo apostaría por la flexibilidad. Pero, por favor, no me pongas la foto de un padre dando el biberón…

-En el prólogo de Icíar Bollaín, la cineasta relata el desconcierto que sintió el médico que atendió su primer parto, cuando ella le dice que se ha sentido maltratada. Por eso hay quien desconfía de la utilización del término violencia obstétrica. Para que haya violencia, según la propia definición de la OMS, hace falta la intencionalidad de hacer daño. En este caso, no la había. Además, el término violencia obstétrica quizás no contribuye al diálogo con el sector sanitario.

-Mientras te escuchaba, pensé que si le llamamos ignorancia obstétrica, sería igual de peligroso y dañino para la mujer que la violencia. Yo también tenía esas reservas con el término, pero cuando utilizamos el concepto de violencia obstétrica, la gente sabe de lo que estamos hablando. Son muchas las mujeres que han vivido y sufrido maltrato durante la atención al parto, y el término violencia obstétrica ha servido para visibilizar esta situación. Es cierto que el término puede no contribuir al diálogo, soy crítica con su utilización, pero lo veo como una etapa necesaria dentro del cambio. Violencia obstétrica es un término duro, en el ámbito anglosajón, por ejemplo, no lo utilizan, les parece que es culpar a los obstetras de la violencia. Pero en otros contextos, como en Latinoamérica, se está utilizando y permite que se comprenda mejor la gravedad del problema. Además, hemos conocido casos de verdadera violencia, en los que ha habido ensañamiento intencionado contra la mujer que da a luz, y eso es inadmisible. Hay casos en los que se castiga a la mujer por atreverse a cuestionar los procedimientos que se le aplican, o por pedir un trato respetuoso, o por presentar un plan de parto, o por llegar al hospital después de intentar un parto en casa. A algunas mujeres se les hace daño intencionado, se les dice: «tú no querías esto, pues ahora te vas a enterar». Esos casos hay que nombrarlos, y el término violencia obstétrica es el más adecuado.

-A diferencia de lo que ocurre en otros países del entorno, en España parir en casa sigue siendo una extrañeza. ¿Es una locura parir en casa?

-Es igual de locos parir en casa que acudir a un hospital sin saber quién te va atender. Para mí el problema no es tanto dónde, sino con quién. En todo esto hay algo muy dañino, y es cuando se le acusa a la madre de poner en peligro la vida de su hijo. Eso revela una profunda falta de respeto a las decisiones de la mujer sobre su cuerpo. Cuando alguien tiene alguna enfermedad, puede decidir no operarse o no someterse a ciertos tratamientos contra el cáncer, pero ¡ay de ti si decides rechazar determinada intervención en tu parto! Se sigue sin aceptar que las mujeres somos dueñas de nuestro cuerpo y tenemos derecho a rechazar cualquier intervención médica durante el parto. Se trata de una cuestión básica, de derechos.

-En tu libro hablas de una relación entre el uso de la oxitocina sintética y la “epidemia” de autismo. ¿Podemos hablar de una epidemia de autismo?

Sí, la hay, incluso la revista Nature publicó hace un par de años un monográfico sobre este asunto. Hemos pasado de un caso de autismo cada diez mil nacimientos, a uno cada ciento cincuenta. Ese aumento enorme en los casos de autismo tiene un origen multifactorial. Parece que el autismo conlleva una alteración del neurodesarrollo desde el propio embarazo. En el autismo está presente una desregulación del sistema natural de la oxitocina. Hay estudios que demuestran que el uso de oxitocina sintética en el parto está relacionado con un aumento en el número de casos de autismo. Seguramente, el uso de la oxitocina sintética sea una de las gotas que rebosan el vaso. El problema, muchas veces, es que no sabemos. Por ejemplo, para detener el parto prematuro se usa mucho el Atosibán, un bloqueante de receptores oxitocínicos. Se trata de un fármaco muy potente, pero nadie ha investigado cómo puede afectar al desarrollo del cerebro del bebé.

-“Parir ha sido más bien la experiencia más intensa, profunda y animal de mi vida”, señala Icíar Bollaín. ¿Será que la medicalización del parto, entre otras cosas, es una forma de sentirnos, como especie, menos animales?

-La corriente que más me gusta actualmente en psicología es la ecopsicología. La ecopsicología denuncia cómo desde la psicología tradicional no se ha reconocido la importancia para el ser humano de relacionarse con el medio ambiente, con una naturaleza sana, y sentirnos parte de ella. En el parto ese sentimiento de pertenencia a la naturaleza se pone en juego. Venimos de una ciencia mecanicista, que ha negado la importancia de la emoción, de la intuición y de una visión más holística.

-En Parir mencionas el concepto de crecimiento postraumático. ¿Has sanado el trauma que significaron para ti las tres cesáreas que te han practicado?

-Sí, lo siento sanado, aunque sanado significa que hay cicatrices que quedan por ahí… Cada uno de mis partos fue muy traumático, pero en cada uno sané algo del anterior. Además, del lado del activismo la vida me ha dado regalos maravillosos. He podido estar en otros partos, acompañar a otras mujeres… Sí, siento que he sanado.

Enlaces de interés

Declaración de la OMS sobre prevención y erradicación de la falta de respeto y el maltrato durante la atención del parto.

Asociación El Parto es Nuestro.

Estrategia de Atención al Parto Normal

 

Por Máximo Peña

Psicólogo, especialista en intervención psicoterapéutica, máster en mindfulness y periodista