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El suicidio: ¿hasta cuándo miraremos hacia otra parte?

Si no fuese porque la depresión es una enfermedad multifactorial, la principal conclusión del evento Depresión y Suicidio, la realidad silenciada, podría conducirnos a la depresión: siendo el suicidio uno de los más graves problemas de salud pública en España y la principal causa de muerte no natural, sin embargo no existe una estrategia nacional para hacerle frente.

Para decirlo de otro modo: solo desde 2012, veinticinco mil personas se han quitado la vida en España, mucho más que las muertes causadas por ETA y por la violencia de género juntas, y, sin embargo, la respuesta preferente de los gobiernos y de la sociedad ha sido el silencio. Hasta ahora…

El evento, celebrado el pasado 29 de octubre y organizado por el Grupo Prisa, no deja muy bien parada a la sociedad española en su conjunto, y a los poderes públicos en particular, que han preferido mirar hacia otra parte antes que enfrentar un problema que en 2017 fue la causa de muerte de 3.679 personas, casi el doble que las muertes por accidente de tráfico en el mismo período.

Suicidio y poderes económicos

¿Por qué existen campañas oficiales para prevenir las muertes en carretera, por ejemplo, y no vemos nada similar en el caso del suicidio?, se preguntaba la periodista Macarena Berlín, conductora del evento.

Nel González Zapico, presidente de la Confederación Salud Mental España, lo tiene claro: porque el suicidio no tiene “padrinos” en los poderes económicos, como las compañías de seguro, interesadas, sí, en la seguridad vial.

Para González Zapico la salud mental debería ser una prioridad política a la que, más allá de las palabras, se destinen recursos económicos, y pone sobre la mesa un ejemplo concreto: mientras en el conjunto de la Unión Europea hay dieciocho psicólogos por cada cien mil habitantes, en España hay solo cuatro.

Y ni siquiera existe un número de teléfono gratuito, a cargo del ministerio de Sanidad, como el 016 (violencia de género), para prevenir el suicidio.

En la inauguración del evento, María Luisa Carcedo, ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, explicó que  la nueva Estrategia Nacional de Salud Mental incluirá medidas para la prevención, detección precoz y abordaje de la conducta suicida, aunque el retraso ministerial en esta materia admite todos los adjetivos que el lector quiera adjudicar: la estrategia de salud mental en vigor corresponde al período 2009-2013, a pesar de que cada año más de tres mil personas se suicidan en España, y, entre ellas, cerca de noventa por ciento padecía algún trastorno mental, según Ana González Pinto, doctora en psiquiatría y presidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica.

Aunque, como matizó Mario de Matteis, del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Gregorio Marañón, muchas personas con ideación suicida no tienen problemas mentales graves.

Contra el suicidio: políticas públicas, recursos y empatía

Para Ana de Sousa Baptista, presidenta de la Federación Mundial para la Salud Mental, muchas personas con conductas suicidas lo que sienten es una sensación de vacío, de falta de propósito, una carencia profunda, muchas veces provocada por una sociedad que genera las causas de estos sentimientos, pero que es incapaz de detectarlos a tiempo.

En opinión de esta experta, el caso de Finlandia, que logró reducir drásticamente en pocos años las tasas de suicidio, demuestra que el suicidio no se puede enfrentar solo enfocándose en las personas con conductas suicidas, sino en la sociedad que genera gran parte de las causas que llevan a la depresión y al suicidio.

Por eso, Sousa Baptista considera fundamental educarnos en empatía para aprender a comunicarnos de manera sensible con los otros.

Y esta educación emocional, como no puede ser de otra manera, debería comenzar en la infancia y ser parte de los programas educativos, al igual que se enseñan matemáticas o ciencias naturales, como concluyeron los miembros de la mesa redonda sobre el estigma social de la depresión.

También se habló, y mucho, del papel de los medios de comunicación en el manejo informativo de los casos de suicidio, en una mesa conducida por el periodista Xosé Hermida, quien relató su asombro personal y el de muchos colegas de la redacción de El País cuando empezaron a conocerse las estadísticas que hablan del suicidio como la primera causa de muerte no natural en España.

Como explicó Hermida, durante años en las redacciones de los periódicos existió el consenso de no hablar del suicidio para evitar el efecto contagio (Efecto Werther, por el personaje de la novela de Goethe), pero se terminó por silenciar una realidad social que ha terminado por convertirse en un gravísimo problema de salud pública.

¡Pero si el silencio sobre el suicidio se da hasta en las cincuenta y nueve facultades de psicología que hay en España, en las cuales no existe una sola asignatura específica sobre conductas suicidas!, como indicó Javier Jiménez, presidente de la Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del Suicidio, AIPIS.

Si no hay asignaturas sobre el suicidio en las facultades de psicología, ¿qué podemos esperar de las facultades de periodismo?, apuntó Gabriel González Ortiz, periodista, autor de «Hablemos del suicidio«, quien refirió como el efecto contagio es una realidad, tal como se vio con la muerte de Robin Williams: el método empleado por el actor para quitarse la vida creció 30% entre quienes se suicidaron en los meses siguientes.

Pero, como apuntó la exministra de Sanidad, Carmen Montón, el efecto contagio existe, pero solo cuando se comunica mal. Una buena manera de informar sobre los suicidios, como demuestran las investigaciones, puede ser preventiva y sensibilizar sobre el fenómeno.

Otras cosas que escuché sobre el suicidio:

El suicidio no es un acto de rebeldía. En 90% de los casos hay una enfermedad mental subyacente.

Se asocian depresión y debilidad. El ejemplo de la alpinista Edurne Pasabán, capaz de subir ochomiles, tomando antidepresivos, nos indica que tal asociación (depresión y debilidad) es falsa.

Ana González Pinto, presidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica.

Las tres erres de la buena información sobre el suicidio:

Rigor

Respeto

Responsabilidad

Gabriel González Ortiz

Tomar un antidepresivo no es una señal de debilidad.

Mario de Matteis, psiquiatra.

La tristeza es una emoción humana preciosa, que también es parte de la vida.

Nel González Zapico

La depresión es una tristeza sin esperanza.

Mercedes Navío

(Entonces, digo yo, el problema no es la tristeza, sino la falta de esperanza).

Incineradme y tiradme a la taza del váter, porque es lo que soy.

Nota de suicidio de un adolescente de Madrid.

El evento lo cerró el pianista James Rhodes, quien ha encontrado en Madrid un buen refugio para su salud mental, y quien confiesa que, cuando es de madrugada y se siente mal, donde encuentra consuelo, más que en la música, es en Twitter: son los otros, sentirnos escuchados y arropados, lo que nos salva.

Por Máximo Peña

Psicólogo, especialista en intervención psicoterapéutica, máster en mindfulness y periodista